Hay que oír a los niños

Hay que oir a los niños

Hay que oír a los niños : Donde la voz infantil era protagonista

En el año 1994, Radio Caracas Televisión lanzó un programa de variedades infantiles que dejó una huella imborrable en la televisión venezolana. Bajo la conducción de Nelson Bustamante, "Hay que oír a los niños" ofrecía una ventana única para que los más pequeños de la casa expresaran sus ideas y compartieran sus opiniones en un espacio dedicado completamente a ellos. Este innovador programa no solo brindaba entretenimiento, sino que también subrayaba la importancia de escuchar y valorar las perspectivas de los niños, un concepto que en su momento fue considerado pionero y revolucionario en la televisión.


Un formato único y variado

Con una duración de 60 minutos, "Hay que oír a los niños" se transmitía todos los jueves a las 7 de la noche por RCTV. El programa estaba compuesto por una variedad de segmentos, todos conducidos por niños, que iban desde entrevistas a artistas hasta reportajes y consejos para el hogar. También contaba con la participación de estrellas de la TV, lo que enriquecía el contenido y lo hacía más atractivo para una audiencia tanto infantil como adulta. Esta diversidad de secciones era presentada siempre desde una perspectiva infantil, logrando así un equilibrio perfecto entre entretenimiento y educación.


Un equipo de pequeños talentos

El programa contaba con un grupo de niños carismáticos que se convirtieron en las verdaderas estrellas del show. Entre ellos estaban Osiris Manrrique, Kerly Ruiz, Willy Martin, Daniela Osorio, Katiuska Egea, Ismael Vitriago, Jorge Márquez, Pedro Sans y Alejandra Guevara. Estos niños no solo conducían los segmentos, sino que también interactuaban de manera natural con Nelson Bustamante, quien se destacaba por su habilidad para comunicarse con ellos, casi como un psicólogo, integrándose perfectamente en el mundo infantil que el programa promovía.


La carrera de los niños después del programa

Si bien el destino de muchos de estos niños no se conoció con claridad tras el final del programa, algunos lograron hacer una carrera en el mundo del espectáculo. Tal es el caso de Kerly Ruiz, quien más tarde se hizo conocida por su trabajo en "Portada's", y Willy Martin, quien destacó como actor en la serie "ISA TKM" y luego en Telemundo. Sin embargo, para el resto de los participantes, su paso por "Hay que oír a los niños" fue un capítulo significativo, pero único en sus vidas.


Un set lleno de color y vida

El ambiente del programa estaba cargado de energía desde el primer momento en que comenzaba. Los niños corrían de un lado a otro del set, interactuando con las cámaras y creando un ambiente de caos organizado que era parte del encanto del show. El escenario, adornado con sofás de múltiples colores, reflejaba la alegría y la vivacidad de los pequeños presentadores, quienes hacían de cada emisión una experiencia dinámica y divertida.


La magia de la música y las sorpresas

La música también jugaba un papel importante en "Hay que oír a los niños". La melodía de inicio, cuya letra decía "Hay que oír a los niños, porque los niños siempre dicen la verdad", aún resuena en la memoria de quienes vivieron esa época. Además, el programa a menudo incluía la participación de cantantes o grupos musicales que aportaban un toque extra de entusiasmo, haciendo que cada episodio fuera memorable tanto para los niños como para los adultos.


Premios y reconocimientos internacionales

El impacto de "Hay que oír a los niños" no pasó desapercibido en el ámbito internacional. El programa fue galardonado con varios premios, entre ellos el prestigioso Prix Jeunesse International en Múnich, Alemania. Este reconocimiento, otorgado por su calidad educativa y su enfoque innovador, reafirmó el valor del programa como un referente en la televisión infantil, destacando su capacidad para educar y entretener al mismo tiempo.

Un legado que perdura

A pesar de que han pasado muchos años desde su última emisión, "Hay que oír a los niños" sigue siendo recordado con cariño por aquellos que crecieron viéndolo. La forma en que se daba voz a los niños, permitiéndoles expresar sus opiniones y sentimientos en un entorno seguro y respetuoso, fue algo sin precedentes en la televisión de la época. Este programa marcó una diferencia significativa en la manera de hacer televisión para niños en Venezuela.


El favorito del conductor

En el transcurso del programa, se hizo evidente que Nelson Bustamante tenía una afinidad especial con Osiris Manrrique, uno de los niños más destacados del elenco. Osiris, con su agudeza e inteligencia, era un conversador nato, lo que facilitaba el desarrollo de diálogos profundos y entretenidos con Bustamante. Esta dinámica contribuyó a que muchas de las conversaciones en el programa fueran memorables y llenas de contenido valioso.

Un programa que dejó un vacío

Desde la finalización de "Hay que oír a los niños", no ha existido otro programa en la televisión venezolana que haya logrado replicar su esencia. La combinación de entretenimiento, educación y la participación activa de los niños hizo de este programa algo único e irrepetible. A lo largo de sus 86 episodios, no solo brindó diversión, sino que también enseñó a las audiencias a valorar la opinión de los más jóvenes, dejando un vacío en la televisión que aún no ha sido llenado.


En resumen, "Hay que oír a los niños" no solo fue un programa de variedades infantiles, sino un espacio donde los niños podían ser ellos mismos, ser escuchados y tomados en serio, marcando un antes y un después en la historia de la televisión venezolana.

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